La tarde del jueves 17 de marzo estremeció a la comunidad luchística tal y como desde hace tiempo no lo hacía. La aparición de la cruz de luto en la foto de perfil del WhatsApp de varios miembros de la comunidad indicaban que algo grave había ocurrido. Por los nombres de los involucrados y los antecedentes era lógico pensar en la identidad del fallecido pero el rigor periodístico y la decencia planteaban el dilema moral entre hacer llamadas para confirmar el nombre o dejar que fuera la propia familia y no un "investigador" inoportuno quienes, con todas las reservas que el caso requiere, dieran a conocer la noticia a sus seres queridos.
Paralelamente, al mismo tiempo que emergió lo mejor de la lucha libre, sus familias, también hizo su aparición lo peor de la misma; los seudo aficionados y esos intentos de reporteros que se hacen llamar administradores de páginas o YouTubers. Su sed de morbo y falsas condolencias serian irrelevantes de no ser porque, impulsados por el morbo y sin el menor rigor periodístico, dieron por buena la versión de una cuenta anónima de Twitter (mati945547701). Esta cuenta tajantemente afirmaba que Black Warrior Junior había fallecido por una sobredosis de drogas y que esta era la razón por la cual una avergonzada familia Casas se negaba a hacer públicas los motivos del deceso. Vaya infamia.