Entre quienes no son aficionados al CMLL y otros que dicen serlo, pero que realmente viven aferrados al pasado, es muy popular la idea de que PROMECOR es una empresa en permanente crisis, con butacas llenas de aire y con un elenco que no tiene la capacidad de vender boletos. Puro humor involuntario.
Si las anteriores creencias me parecen irrisorias, sus sugerencias de soluciones me resultan una fórmula infalible para soltar la carcajada y un claro ejemplo de que están completamente divorciados de la realidad y de que tan solo son unos cursis con nostalgia por un pasado que hace mucho dejó de ser brillante. Son las auténticas viudas.
Adolfo Tapia, Dr. Wagner Jr., Heavy Metal, Charly Manson, El Patrón Alberto, El Cibernético, Shocker, Estrellita, Máximo, La Máscara, Octagón, El Intocable, El Elegido, Marco Corleone, Rayo de Jalisco Jr., La Black Family, Los Vatos Locos, Goya Kong, Los Muñoz, Decnis, Lolita e incluso Billy Boy son algunos de los luchadores que he visto “reforzando” los elencos de otras empresas con, hasta ahora, resultados muy modestos tanto en el ring como en el factor taquilla. ¿Por qué entonces la gente se aferra tanto a ellos y permanentemente los sugieren como los luchadores que generarían grandes audiencias en las grandes empresas? Básicamente por dos cosas, por ignorancia del mercado actual y por hacer lo que tanto acusan a otros; vivir en el pasado.
Durante los últimos meses he visto a varios de los mencionados siendo protagonistas de funciones con pésimas entradas. Sus apologistas, usando la típica estrategia de repartir cuando no les cabe, dirán que todas las compañías han tenido malas entradas, lo cual es cierto, pero con la gran diferencia de que algunas de estas estrellas independientes cobran cantidades excesivas que, en el mejor de los casos, reducen considerablemente el margen de ganancias incluso ante una buena entrada y, en el peor y más común, generan enormes pérdidas económicas a los empresarios.