A raíz del anuncio de la inminente presentación del “Hijo de Blue Demon” (Jaime Carillo), Alejandro Muñoz “The Blue Demon” concedió una entrevista en la que declaró que aquel no tenía ninguna relación con él; que este tampoco contaba con autorización alguna para usar dicho nombre y pedirle a los empresarios que no se prestaran a engañar al público. En aquella entrevista Blue Demon aprovechó para presentar a Alejandro, su primogénito, aclarando que no deseaba que este fuera luchador debido a que le constaba el sufrimiento a que se someten quienes ejercen este oficio. El también llamado “manotas” afirmó que deseaba que su hijo tuviera una carrera universitaria.
Alejandro
Muñoz no tuvo el privilegio, porque eso es, de tener una formación
académica y para el tiempo de dicha entrevista su hijo homónimo ya se
encontraba estudiando en la facultad de derecho. Eventualmente, al
cumplir con los sueños del “demonio azul” su hijo también cumplió los
propios y fue así como el primogénito de “el demonio azul” le dio
sentido a los sacrificios de su padre y seguramente lo llenó de orgullo
al ser el primer profesionista de su familia.
En
este punto vale la pena decir que muy a menudo los aficionados a la
lucha libre hacen que se vuelva imposible defenderlos de estereotipos en
donde se les cataloga de ignorantes y es que para buena parte de ellos
la anterior historia de éxito no es tal, al contrario, es la historia
“de un indigno heredero” o la de “un mediocre que no supo llevar el
legado de su padre”. Ante tal actitud tildarlos de ignorantes es un
calificativo que les queda corto. “Pendejos”, es uno más acertado.
Cada
historia es diferente y en este caso hablamos de un final feliz por lo
que respecta al deseo cumplido del legendario luchador regiomontano.
¿Qué se perdió la oportunidad de tener un sucesor consanguíneo de Blue
Demon?, por supuesto, ¿Pero a quién le importa? Cada individuo tiene
derecho a tener sus propios sueños y el de Blue Demon fue no tener un
sucesor consanguíneo. No lo tuvo y por lo tanto él fue el primer y
último Muñoz en portar el legendario personaje.
Una
situación un tanto opuesta pero con resultados similares pasó con El Santo Jr., primogénito de El
Hijo del Santo, quien tras algunos meses en el ring optó por
distanciarse del mismo y tomar una pausa que, en los hechos, tiene un
aroma a retiro. En este caso se infiere que El Hijo del Santo deseaba
tener un sucesor consanguíneo, pero a pesar de que lo tuvo durante un
tiempo, al final su heredero se decantó por la música. Esta decisión de
nueva cuenta a dado pie para que los aficionados le lancen todo tipo de
insultos a este joven, ¿Cuál fue su pecado?, ¿Tomar las riendas de su
vida?, ¿Decidir seguir a su propio corazón e intentar recorrer el camino
que estima más pertinente?, ¿Desde cuándo eso es un pecado? Al carajo
la máscara y las mallas, que sea lo que él quiera ser. El tipo quiere
ser un “artista” y es aquí cuando me pregunto, ¿no acaso su abuelo
también fue uno?, ¿su propia madre no lo fue? Sus influencias están más allá del
ring.
Luego entonces las condiciones se están dando para que El Hijo del Santo y Blue Demon Jr.
sean los únicos sucesores con una autentica relación con El Santo y Blue
Demon (consanguínea en el primer caso, consensuada en el segundo). En
ambos escenarios es muy complicado que tenga éxito una tercera
generación y en buena medida esto es responsabilidad de los actuales
portadores de los personajes. En efecto, en su momento comenté que El
Hijo del Santo y su esposa, “manager” y titular de los derechos del
personaje respectivamente, tienen una visión conceptual y un marco
contractual que limita la libertad creativa y laboral de sus potenciales
nuevos portadores. De hecho, tengo conocimiento de que una empresa de
lucha libre sondeo al Santo Jr. para contar con él de forma individual
pero que esto no fue posible debido a que no tenía la autorización
para decidir por su cuenta puesto que esto era una facultad exclusiva de
sus padres a pesar de que él ya es mayor de edad. También tengo entendido que el joven tenía ideas creativas
que iban más allá de la realización del videoclip “Saint Pride” que no encontraron eco en sus progenitores y que estaba
entusiasmado por varios proyectos artísticos que desechó su padre. Todo lo anterior abonó para que fuera perdiendo entusiasmo hacia
el personaje.
El caso de Blue Demon Jr. es diferente porque no solo él está distanciado de la familia Muñoz Lomelí sino que además no tuvo hijos varones. Luego entonces “la tercera generación” del demonio azul en realidad será un tipo alquilando el personaje con todos los límites creativos y laborales que le imponga el nieto de “Chano” Urueta - ¿No creerá usted que esta tercera generación tendrá la libertad laboral que le permita decidir trabajar para Triple A o el CMLL, o si? -.
Se entienden las medidas proteccionistas hacia ambos personajes pero, al final, estas socavan al individuo y terminan por fundirlo mental y moralmente. De hecho, el trato de reliquias que le han dado a sus personajes no solo afecta a sus portadores sino a los personajes mismos. Así es, con exigencias tan absurdas y visiones tan cursis solo han logrado que cada vez tengan menos impacto en la cultura popular y que hayan dejado pasar varias corrientes artísticas que pudieron volver a posicionarlos como marcas muy atractivas .
En fin, El Santo y Blue Demon tuvieron dignos herederos. Algunos de sus sucesores destacaron en el ring y muchos otros llevaron una vida fuera de la esfera pública, ¿Quiénes somos para decidir quién fue más que otro? La mera idea de planteárselo es repugnante porque no nos concierne opinar sobre lo que son temas estrictamente familiares. Por lo que hace a la lucha libre hoy día lo más probable es que ya no tengamos una tercera generación que tenga relación consanguínea con los originales y, peor aún, que aun existiendo una o encontrando a un digno portador pero ajeno a sus familias, la misma no tenga éxito debido a las castrantes condiciones que los propietarios de los personajes le imponen a sus portadores. Ellos mismos están dinamitando su legado y tal vez cuando se den cuenta ya sea demasiado tarde.
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