lunes, 24 de enero de 2022

Desperdiciados: Una excusa barata.

En la moderna y bastarda jerga de la lucha libre pocas palabras me generan tanto conflicto como la de “desaprovechado”. Sinceramente, la misma me parece altamente cuestionable por lo poco certera y simplista que es para referirse a una carrera truncada -la forma más común en la que se le utiliza-. En particular me desagrada su hediondo tufo a pretexto barato que le hace emparentarse con el famoso “pero me rompí la rodilla” que usan los futbolistas frustrados para justificar sus sueños no cumplidos. De inicio soy un ferviente creyente de que minutos son oportunidades y de que cada intervención en el ring es una posibilidad de ofrecer tanto progresos como propuestas a efecto de entrar en el gusto del público. Además, existen factores extra ring tales como el desempeño y tiempo dedicado para los entrenamientos. Factores que se traducen en una mayor pericia, mayor calidad, competitividad y en consecuencia jerarquía. A menudo varios de los susodichos “desaprovechados” en realidad no se han ganado el lugar que pretenden y, paradójicamente, son ellos quienes pretenden obtener más a cambio de menos.
Ahora bien hay un punto que a mi juicio desnuda aún más a esta estafa y esto es el hecho de que la lucha libre mexicana no es un monopolio sino un gremio conformado por un amplio número de empresarios, instructores y programadores –algunos de amplia experiencia y reconocido “ojo clínico”-. Más aún, vivimos en tiempos en donde gracias a la tecnología los empresarios de otros países pueden conocer el trabajo de un elemento que labora en el otro extremo del mundo y requerirlo si es lo considera valioso. ¿Cuál es la importancia de esta diversidad para el tema en comento? Simple, que me resulta completamente estúpido atribuirle a un solo grupo de personas la irrelevancia y/o falta de éxito de un luchador. ¿Este susodicho e hipotético luchador “desperdiciado” acaso no puede ser detectado por cualquier otro miembro de la industria? Aficionados con ínfulas de “matchmakers” afirman con total ligereza que sutano o perengano son elementos “desperdiciados” pero casualmente ningún empresario de renombre, instructor o luchador ve en dicho elemento lo que los fanáticos dicen ver y por eso no hacen absolutamente nada para sacarlos del anonimato y llevarlos al estrellato que supuestamente se merecen. ¿Estaremos ante un caso de miopía colectiva o será que en realidad este grupo de empresarios COINCIDEN en que el susodicho “desperdiciado” en realidad no tiene las cualidades para ocupar mejores posiciones y por eso nadie hace nada para rescatarlos de la intrascendencia?

Este tipo de historias de éxito frustrado son populares porque es fácil sentirse identificados con ellas, Es completamente normal que personas a las que la vida no les ha favorecido simpaticen con historias de fracaso en donde no se le atribuye ninguna responsabilidad al individuo y en donde, por el contrario, el mismo es consecuencia de la falta de visión de terceros. Idéntica situación se presenta cuando el éxito se atribuye exclusivamente al parentesco, recomendaciones o incluso a favores sexuales, NUNCA, al esfuerzo personal.

En el manejo y gestión de talento humano sin duda se cometen errores pero de eso a que todo un gremio le pase por alto el talento de un individuo considero que hay un trecho enorme. En honor a la verdad es mucho más probable que ese luchador realmente no tuviera lo necesario para destacar y que los lugares que ocupó fueran acordes a sus capacidades. ¿Por qué sostengo que la etiqueta de “desperdiciados” es un pretexto que aborda a un problema de forma simplista? Porque además del planteamiento anteriormente expuesto todavía se tendrían que hacer las siguientes preguntas: ¿En qué etapa de su carrera lo hubieras impulsado?, ¿En lugar de quién lo hubieras impulsado?, ¿A costa de quienes lo hubieras impulsado? La respuesta a estas preguntas y muchas otras que dejo en el tintero deberían de ser suficientes para hacerles ver a quienes hablan tan a la ligera de “desperdiciados” que es mucho más fácil hablar que hacer.

Me cuesta pensar en ejemplos de elementos a quienes el saco de “desperdiciado” les ajuste a la perfección y es que tal y como lo he expuesto a lo largo de este escrito dicho título me sabe a excusa barata de parte de los luchadores y comentario de cajón de parte de los aficionados.

Si viéramos caso por caso de seguro terminaríamos haciendo lo que a final de cuentas hicieron los empresarios.

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