La lucha libre profesional mexicana tradicionalmente ha sido asociada con la pobreza a pesar de que en más de una ocasión su popularidad e ingresos no han dependido de las denominadas “clases populares” sino de sectores con mayor poder adquisitivo. En efecto, el hecho de que sus primeras presentaciones hayan sido en teatros y no en los espectáculos ambulantes a los que tenía acceso “la prole”, es prueba de ello. Guste o no, la lucha libre en nuestro país nació como una atracción para las clases "pudientes".
En nuestra historia han existido otros periodos significativos en donde la lucha libre tuvo el respaldo de las clases más prosperas y en todos los casos estos se relacionan con la tecnología. Para el tiempo en que la lucha libre tuvo sus primeras transmisiones en televisión el costo de los televisores estaba totalmente fuera del alcance de las clases populares y lo mismo puede decirse del periodo en que la lucha libre única y exclusivamente podía verse mediante la denominada televisión de paga (previa adquisición de una costosa antena parabólica).
Suele decirse que Místico “unificó a las clases sociales” pero la realidad es que varias décadas atrás El Médico Asesino y El Santo ya lo habían hecho.