miércoles, 22 de septiembre de 2021

Abrazos, no costalazos.

La política tiene un largo idilio con la lucha libre mexicana aunque su papel en la misma por lo general ha pasado desapercibida a pesar de que es una actividad que, de forma irrisoria, forma parte del marco jurídico de varias entidades del país prácticamente desde su fundación.

El nuestro, es un país que se caracteriza por la generación de una excesiva burocracia que solo termina por entorpecer lo que debería de hacerse de la forma más simple posible. Solo así se explica que una comisión de lucha libre que fue creada por el publicista de la EMLL, Fray Nano, única y exclusivamente para darle credibilidad a la empresa de su socio Salvador Lutteroth, haya servido de pretexto para crear varias comisiones en el resto del país que, al día de hoy, forman parte del aparato burocrático mexicano.

Desde entonces y hasta la fecha decenas de politicos, de carrera o conversos, han sido parte de comisiones en donde se le da el trato más serio posible al espectáculo menos serio posible. ¿Cuántos personajes y que intereses han defendido desde sus posiciones? No tenemos certeza.

Por ejemplo, poco se sabe de la corriente política a la que pertenecía Rafael Barradas Osorio y apenas existen indicios de que los remanentes de los cristeros que estuvieron detrás de la prohibición de las transmisiones de lucha libre en la televisión y otras actividades que consideraron que iban en contra de la moral y las buenas costumbres.

Es por lo anterior que uno de los pocos actos en donde es posible ver con claridad la intervención de la política en la lucha libre fue la huelga de luchadores de 1991. Hasta antes de este año la postura en la solución de conflictos asociados a la lucha libre era claramente sindicalista porque hablamos del PRI que ponderaba a los llamados liderazgos tradicionales y que tenía en especial consideración a sus aliados de la Confederación de Trabajadores de México bajo control del eterno Fidel Velázquez. Bajo esta línea, incluso la poderosa Televisa no pudo impedir que Manuel Bartlett, secretario de gobernación del presidente Miguel de la Madrid, se pusiera del lado del sindicato de luchadores e impidiera la transmisión de las exitosas funciones en el Pavillón Azteca.

En 1991, la balanza se inclinó hacia otra dirección porque el mandato del presidente Carlos Salinas de Gortari, connotado tecnócrata, se caracterizó por la privatización de empresas estatales y un modelo económico que rompía con el establecido por sus predecesores. El sindicalismo perdió fuerza y mediante el secretario de gobernación en turno, Fernando Gutiérrez Barrios, se autorizó el regreso de la lucha libre a la televisión nacional y el criterio en la solución de conflictos se inclinó a favor de los empresarios.

 En 1994, la puntada de Fray Nano llegó a niveles que jamás imaginó pues de la mano del último comisionado emanado de las filas del PRI, Wolf Ruvinskis y bajo la regencia de Manuel Aguilera, se publicó el reglamento interior de la comisión de lucha libe profesional del Distrito Federal. No obstante lo anterior, la reglamentación de la lucha libre no tuvo continuidad durante la regencia de Oscar Espinosa Villareal y quedó en el olvido con la llegada del PRD al gobierno de la Ciudad de México y desde entonces ahí se ha quedado.

La alternancia política en la capital del país trajo al primer, y hasta ahora, único comisionado emanado de la izquierda, Luis Alcantar Manzo “El Fantasma”. El Fantasma llegó a la vida política de la mano de Armando Quintero y fue nombrado comisionado por Cuauhtémoc Cárdenas, connotado líder de oposición y primer jefe de gobierno del Distrito Federal electo democráticamente. Desde entonces, ha sido ratificado en el cargo por todos y cada uno de los gobiernos de izquierda en la capital del país –incluyendo el del actual presidente de México-. El mayor logro del Fantasma como presidente de la comisión ha sido el reconocimiento de la lucha libre como patrimonio intangible de la CDMX.

Hasta este año la política y la lucha libre se veían de lejos, sin embargo, hay claros indicios de que los principales empresarios de la industria guardan una especial cercanía con el gobierno de Andrés Manuel López Obrador. En otros periodos de la historia las empresas de lucha libre han tenido nexos comerciales con dependencias gubernamentales pero es de llamar la atención que en este periodo de crisis dos de estas aparezcan como salvavidas de las dos empresas de lucha libre más grandes del país. De la mano de Salinas Pliego y Miguel Torruco, SECTUR llegó a la Triple A y de mano de Luis Lutteroth y Marcelo Ebrard, la SRE hizo lo propio en el CMLL. Impuestos trabajando.

La iniciativa legislativa de Sofía Alonso que en esencia recoge varios puntos ya planteados por "La Ley Hijo del Perro Aguayo" y por la legisladora Mariana Bautista de Jesús, también tiene cierto tufo a la 4T dado que, si todo sale en los tiempos que tiene en mente, la misma requerirá del respaldo de los votos del partido del presidente de la república y, en su caso, los posibles nombramientos que deriven de dicha iniciativa correrán a cargo de Andrés Manuel López Obrador o de Ana Guevara, su directora en la comisión nacional del deporte. ¿Interesante, no?

Hacia el mismo rumbo se dirige el renacido Sindicato de Luchadores dado que su dirigente, José Contreras, es miembro de la comisión que preside el Fantasma y difícilmente tomarán distancia del proyecto político que los ha encumbrado durante años.

En el caso de la familia Lutteroth, que en su seno cuenta con varios connotados priìstas en el norte del país, llama la atención su acercamiento con la llamada “Cuarta Transformación” aunque no sería la primera vez que dieran bandazos políticos. Vaya, nada más hay que recordar que los descendientes de Salvador Lutteroth decidieron militar en el partido político que fue fundado por el hombre que, dicen las malas lenguas, estuvo detrás del homicidio del hombre al que su patriarca sirvió en el campo de batalla,  el General Álvaro Obregón.  

Pueden ser rivales en varios aspectos pero es un hecho que el CMLL, la Triple A, la comisión, el sindicato y la recién estrenada activista Sofìa Alonso traen cierto tufo a la 4T dado que buena parte de sus aspiraciones y la salud financiera de sus proyectos se encuentran ligados a los designios de varios personajes del partido en el poder.

Quien los viera, rivales en diversos campos de batalla pero pegados al régimen a ta grado que incluso podrían decir en coro: Abrazos, no costalazos. 

 

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