martes, 18 de mayo de 2021

Crónica de un desastre.

El domingo 16 de mayo del 2021 pasará a la historia debido a un vergonzoso incidente en donde “De-eme-te Azul” golpeó a un aficionado que previamente lo había agredido con una silla durante una función en la arena Naucalpan. Como no podía ser de otra manera en las redes sociales, una vez más, reaccionaron ponderando al plano sentimental sobre el racional. Entre falacias y juristas espontáneos se llegó a afirmar, con la temeridad propia de la ignorancia, que el gladiador prácticamente se encontraba autorizado para moler a puños al aficionado.  ¿Y de las obligaciones de la familia Moreno? Ni un solo comentario. ¿Qué sucedió y quienes son los responsables? Aquí se los digo.

El incidente que derivó en el rostro deformado del aficionado tiene su origen varios meses atrás y el mismo es  completamente responsabilidad de la familia Moreno. En efecto, todo lo ocurrido se explica con la negligencia y nulo respeto hacia las leyes y reglamentos que los Moreno han tenido durante toda la cuarentena así como con las políticas, estilo de lucha y actitud permisiva hacia sus aficionados y luchadores que han fomentado durante años. 

¿Alguna vez se han preguntado porque al terminar de comer en un McDonald's se levantan y llevan su charola al cesto de la basura mientras que al terminar de comer en un restaurante ni siquiera se molestan en recoger las servilletas que utilizaron? Simple: hábitos y condicionamiento en los establecimientos que influyen y moldean la actitud del consumidor.

Luego entonces, la familia Moreno es responsable de haberle inculcado a sus aficionados que pueden tomar los asientos de la arena e interactuar con los luchadores a manera de “asistentes de utileria”. Así es, en la arena Naucalpan se permite que los aficionados tomen sus asientos y se los entreguen a los luchadores para que estos golpeen a sus adversarios. De hecho, esto fue lo que sucedió el 16 de mayo pues los vídeos demuestran que el aficionado intentó en un par de ocasiones asistir a Demonio Infernal hasta que, finalmente, arrojó la silla con tan mala fortuna que golpeó a DMT. 

¿El aficionado es un imbécil? Desde luego, sin embargo su intención de tomar una silla para posteriormente entregársela a un miembro del elenco no sería tolerada en un Pepsi Center o en una arena México pero si en la arena Naucalpar porque dicha actitud es tolerada e incluso incentivada por los Moreno (tal es así que luego de sus primeros intentos no se le hizo ningún apercibimiento para que dejara de intentarlo). 

A lo anterior se le debe de sumar la actitud desafiante y negligente que ha tenido la familia Moreno durante la pandemia. Los Moreno han venido actuando durante toda la cuarentena como si ellos estuvieran excluidos del cumplimiento de las leyes. Desde operar cuando no había autorización para hacerlo hasta vender más boletos del legalmente autorizado -pasando por nulas medidas sanitarias y apoyo hacia su personal contagiado o fallecido- es evidente que a los Moreno no les importa cumplir con las leyes. ¿Qué mensaje están mandando hacia sus luchadores y aficionados? El de la negligencia y la rebeldía.

Sobrecupo, permitir que los luchadores saluden de mano a los aficionados, tolerancia al lanzamiento de cervezas -con todo y residuos salivales-, tolerancia hacia los aficionados que se retiran el cubrebocas e invitación a los luchadores para pelear en medio de ellos, son algunas de las anti higiénicas practicas que toleran los Moreno en su recinto. ¿Cómo esperan que se comporten sus aficionados cuando son ellos los que promueven el nulo respeto a las leyes?  

Al haberse declarado prácticamente como una zona libre de covid, los Moreno se volvieron atractivos para ese tipo de personas que tienen la cabeza forrada con aluminio. 

Al haberse declarado en franca rebeldía hacia las leyes, reglamentos y medidas sanitarias, los Moreno perdieron la autoridad moral para exigirle civilidad a sus aficionados.

Ahora bien, a la suma de negligencias de la familia Moreno debemos de sumar una que fue fundamental en el incidente de DMT con un aficionado; El deficiente aparato de seguridad de la arena. Un aparato de seguridad que, dado lo permisivo que son con los aficionados, seguramente ni siquiera tienen claro cuando deben de intervenir.

A lo anterior debemos de sumar una narrativa en donde se desvaloriza al luchador colíseino y en donde se exacerba al independiente  haciendo una absurda distinción entre luchadores “que si se entregan” y los que no; en donde se le da una tendencia negativa a las políticas tendientes a proteger a los luchadores y donde se pondera al recurso vulgar de la sangre y las peleas callejeras sobre la técnica. Una narrativa en donde al ex colíseino se le pide pagar derecho de piso y en donde, evidentemente, los aficionados independientes se asumen como los encargados de cobrarles tributo para que demuestren que son “verdaderos luchadores”. Una narrativa que perfectamente podría catalogarse como discurso de odio porque, reitero, tiende a desvalorizar a un grupo de luchadores, negarles virtud alguna y volverlos objeto de linchamiento porque “son protegidos, luchadores consentidos que no sobrevivirían fuera del manto colíseino”.

Los Moreno, sus políticas negligentes y permisivas, DMT en su faceta independiente y un fanático completamente alienado fueron los ingredientes que se combinaron para tener un acto vergonzoso que debiera de ser la gota que derrama el vaso y exigir que los eventos del Estado de México, por fin, sean llamados a cuentas y obligados a cumplir con las disposiciones legales y sanitarias.

En resumen:

  • El enajenado aficionado tomó y arrojó la silla porque hacerlo es una actitud tolerada por la familia Moreno.
  • La seguridad en la arena es rídicula. Además, no le llamó la atención al aficionado porque la familia Moreno les permite “asistir” a los luchadores y, bajo su criterio, no estaba haciendo nada prohibido.
  • El aficionado quería “asistir” a Demonio Infernal para darle su bautizo a DMT y hacerlo amar a Dios en tierra de indios.
  • El enajenado aficionado lanzó la silla y para su mala fortuna el muy imbécil golpeó a DMT.
  • DMT, sintiéndose agredido, se defendió en legítima defensa, sin embargo,al momento en que conectó el segundo golpe y ante su notoria superioridad física, él pasó de agredido a agresor.
  • La seguridad nunca apareció.
  • El incidente entre DMT y el aficionado fue la consecuencia de un discurso de odio y del negligente e irresponsable actuar de la familia Moreno que le ha inculcado a sus aficionados que su arena es una zona de tolerancia libre de COVID y del elemental orden.
 
Crearon un monstruo y está vivo.


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