viernes, 22 de julio de 2022

¿Incidentes aislados o el establecimiento de un importante precedente?

 

El anuncio de los nombres que integran a la edición del Grand Prix 2022 generó polémica por diversos motivos, pero los mismos no pasaron desapercibidos por nadie y presagian que dicha edición será memorable. Ahora bien, lo que más me llamó la atención fue el anuncio de dos elementos, Rocky Romero y Matt Taven, cuya reaparición en el CMLL merece mucho más atención de la que hasta ahora se les ha brindado. En efecto, la reaparición de este par podría representar un importante precedente en lo que respecta al CMLL y su relación con elementos conflictivos.
 
Rocky Romero maravilló a la afición colíseina cuando, al lado de los Habana Brothers y frente a Volador Jr., Ricky Marvin y Virus, cambiaron las reglas del juego. Varios años después de estas presentaciones reapareció en México teniendo como objetivo interpretar a un personaje que aspiraba a situarse al lado de La Máscara y La Sombra como candidatos a replicar, parcial o totalmente, el éxito de Místico (Gray Shadow).
 
Lo anterior no ocurrió y no por el rechazo del público, ni por falta de apoyo del CMLL sino porque simple y sencillamente Romero dejó tirado al personaje para irse a la Triple A y, desde ahí, hablar pestes de la empresa que lo trajo a México. No se supo de él hasta el año pasado cuando, formando parte del elenco elegible de NJPW para venir al CMLL, fue enviado directamente a Costa Rica mediante una triangulación.
 
En el caso de Matt Taven él fue un luchador que tuvo una cálida recepción en nuestro país, pero, eventualmente y en concreto dentro del marco de la caótica celebración del aniversario 85 del CMLL, se negó a raparse por completo rompiendo así con una tradición de décadas.
En su momento y por causa de la administración de aquel entonces su falta no tuvo mayor repercusión e incluso volvió a hacer temporada durante el 2019, no obstante, tras el despido de Rush las cosas cambiaron por completo y no se supo de él hasta que, bajo el liderazgo del propio Rush y junto a otro grupo de luchadores de ROH, a todas luces intentaron darle un albazo al CMLL ante la actitud cómplice y pusilánime de la compañía estadounidense. La displicencia de ROH y su poca voluntad para hacer cumplir los acuerdos suscritos con PROMECOR dieron pie a que el CMLL decidiera terminar unilateralmente su sociedad con dicha compañía.
 
En este punto debo de hacer la aclaración de que no pretendo echarle sal a la herida, al contrario, celebro ambos reencuentros y espero que ambos casos sienten un precedente que, de ser el caso, pueda hacerse extensivo hacia otros luchadores.
 
De inicio, entiendo y justifico la existencia de políticas y control disciplinario. La existencia de estas no debieran de estar a discusión. Las indisciplinas y los agravios deben de ser sancionados porque sin orden, no hay nada. En ningún momento pido la flexibilización de las políticas disciplinarias.
 
Ahora bien, por elemental congruencia tampoco tengo en mente un aluvión de ex colíseinos sino que, de forma esporádica, se pueda echar mano de talento que pueda potenciar al ya existente. Gente que sume, no que reste.
 
En el mismo orden de ideas también entiendo que cada caso tiene sus particularidades y que no existe un criterio uniforme para hacer las paces. Por ejemplo, Huitzil. Él es un ejemplo de junior en donde el hecho de ser hijo de un luchador cuya ruptura con el CMLL fue abrupta, no ha sido obstáculo para que él forme parte de la familia colíseina (CMLL-GDL). Por otra parte, otros juniors en las mismas circunstancias no pueden presumir lo mismo.
 
Están los casos de Averno y Black Warrior quienes, a pesar de haber trabajado para Triple A, no han tenido problemas para reaparecer en el CMLL. Otros no han tenido la misma suerte.
 
Hay casos de luchadores que, habiendo participado incluso en las mismas funciones con la competencia, han podido reaparecer sin mayor problema mientras que sus compañeros de aventura no lo han hecho. Este es el caso de Astral.
 
Entendiendo lo anterior queda claro que existen diversos factores que permiten o impiden las reapariciones, no obstante, los casos de Taven y Romero –en donde a todas luces hay una conveniencia económica y estratégica a favor del CMLL- debieran de servir como parámetro para futuras y prosperas reconciliaciones.
 
Los actos de la gran mayoría de luchadores que, por cuestiones exclusivamente disciplinarias, no han sido considerados para reaparecer en el CMLL, no están ni cerca de compararse con dejar tirado a un proyecto en activo ni con incumplir con una apuesta y haber sido parte de una intentona de revuelta.
 
Todo lo que se situé por debajo de eso y que sea deportiva y comercialmente rentable, debería de ser considerado para hacer las paces. Por supuesto que todo lo que se encuentre por encima de eso, entiéndase demandas civiles y laborales, uso indebido de marcas comerciales propiedad de PROMECOR, hostilidad reiterada hacia la empresa y sus directivos y actos que perfectamente pudieran ser tipificados como delitos, no debieran de alcanzar tal beneficio, pero, el resto, aquellos que sobradamente ya cumplieron “su condena” y cuya presencia, parcial o eventualmente, pudiera ser benéfica para la compañía, deberían de ser beneficiados por este precedente.
 
Debe de existir disciplina y los actos deben de tener consecuencias, sin embargo, las mismas no deben de ser perpetuas más aún cuando con Romero y Taven se está sentando un precedente en donde todo lo que en gravedad se situé debajo de estos actos hoy perdonados, también puedan alcanzar la expiación siempre y cuando sea en beneficio del elenco colíseino.

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