miércoles, 31 de enero de 2024

La lucha libre en los tiempos de los whitexicans.

La lucha libre profesional mexicana tradicionalmente ha sido asociada con la pobreza a pesar de que en más de una ocasión su popularidad e ingresos no han dependido de las denominadas “clases populares” sino de sectores con mayor poder adquisitivo. En efecto, el hecho de que sus primeras presentaciones hayan sido en teatros y no en los espectáculos ambulantes a los que tenía acceso “la prole”, es prueba de ello. Guste o no, la lucha libre en nuestro país nació como una atracción para las clases "pudientes".

En nuestra historia han existido otros periodos significativos en donde la lucha libre tuvo el respaldo de las clases más prosperas y en todos los casos estos se relacionan con la tecnología. Para el tiempo en que la lucha libre tuvo sus primeras transmisiones en televisión el costo de los televisores estaba totalmente fuera del alcance de las clases populares y lo mismo puede decirse del periodo en que la lucha libre única y exclusivamente podía verse mediante la denominada televisión de paga (previa adquisición de una costosa antena parabólica).

Suele decirse que Místico “unificó a las clases sociales” pero la realidad es que varias décadas atrás El Médico Asesino y El Santo ya lo habían hecho.

Las etapas previamente mencionadas no fueron contraproducentes para la lucha libre, al contrario, cuando se prohibieron las transmisiones en televisión y esta se distanció de los entonces pudientes televidentes fue cuando empezó el estigma a la lucha libre y su denigración, posteriormente romantizada, que la llevó a ser llamada de forma despectiva como “el teatro del pueblo”.
 
En el caso de las transmisiones en televisión de paga que existieron en la década de los ochentas se debe de decir que las funciones del CMLL fueron una de las claves para el éxito del sistema de “televisión restringida” de Televisa. Su éxito era tal que, por derechos de transmisión de cada función, la televisora le pagaba al CMLL el equivalente a una arena llena. Gracias a un pequeño sector de la población, la otrora empresa mexicana de lucha libre no solo logró sanear sus finanzas sino también, su internacionalización (en esta etapa nuestra lucha libre se hizo de muchos aficionados en Estados Unidos y Europa). Es justo decir que una clase y otra han llegado a coexistir pero que, en general, han alternado su hegemonía durante periodos claves de nuestra industria.

¿Hoy día nos encontramos en una situación similar? Al menos en el caso del CMLL yo me atrevería a decir que si y, contrario a la creencia popular, creo que de nueva cuenta dicha relación con “los más privilegiados” es algo positivo para la lucha libre. ¿Qué ocurrió para que se produjera esta situación? Sobre el particular identifico un contexto y tres momentos.

El contexto es que estamos ante una sociedad infantilizada, generaciones de individuos que a pesar de encontrarse en sus treintas e incluso en sus cuarentas tienen gustos, aficiones, estilo de vida y hasta una forma de alimentación más propios de su infancia y adolescencia que de su vida adulta. De acuerdo a varios datos estadísticos también estamos ante generaciones en donde se ve un mayor número de solteros de los que solíamos ver con anterioridad. Dentro de estos sectores hay individuos con una buena instrucción académica y/o ingresos que les permiten darse un estilo de vida hedonista en un entorno de frivolidad y de competencia que ha sido exacerbado por el éxito de las redes sociales. Estamos ante generaciones que dedican un alto porcentaje de sus ingresos en el consumo de artículos ciertamente innecesarios.

Lo anterior por cuanto hace al contexto, pero ¿qué hay de los escenarios? El primero de ellos tiene que ver con la propaganda gratuita que los detractores del CMLL le hicieron a esta compañía al tildarla de una empresa enfocada en “turistas”. Evidentemente en su afán de denigrar al CMLL jamás se plantearon la posibilidad de que en realidad les estuvieran haciendo un favor. En el caso de las funciones del CMLL durante un lapso hubo esta sensación de que para "los fresas" ir a sus funciones era un tanto como ir a Xochimilco o algún "pueblo mágico". Una suerte de “baño de pueblo” solo para vivir la experiencia y "conectarse con sus raíces". Sin embargo, esta idea fue rápidamente desplazada.

Quienes propagaron la idea de que en la arena México solo había "turistas" tenía la intención de decir que el CMLL no tenía verdaderos aficionados a la lucha libre pero, al final, solo lograron atraer a los aficionados mexicanos con mayor poder adquisitivo. Sin duda, alrededor de esto hay prejuicios y clasismo pero es un hecho que muchas personas en lugar de encontrar en tal afirmación un aspecto negativo, vieron algo positivo. Entendieron "turistas" como sinónimo de tranquilidad, un ambiente sano y "gente bien", sin duda prejuicios estúpidos pero en algunos casos no faltos de razón pues es un hecho que en determinados espacios de nuestro país no es posible asistir sin temor ha ser agredido por la afición rival. Al final, esta campaña solo despojó a la arena México de prejuicios clasistas negativos hacia los pobres para reemplazarlos por otros igual de clasistas, pero positivos hacia otro sector social. Los prejuicios clasistas son absurdos, eso es innegable, pero los propios "haters" del CMLL contribuyeron a crear un entorno que es muy atractivo para personas que buscan un ambiente en donde se sientan seguros.

El segundo escenario fue la pandemia. Insisto en que mucha gente no alcanza a dimensionar la imagen positiva que el CMLL obtuvo ante la sociedad gracias a su postura responsable ante la pandemia. Mientras que a muchas compañías no les quedó de otra que violar las prohibiciones, el CMLL se mantuvo estoico en su postura de seguir a cabalidad los lineamientos de las autoridades. En este caso de nuevo entra el factor del poder adquisitivo y es que es obvio que las cuarentenas, el "home office" y demás, solo pudo ser seguido por los mexicanos que tenían ingresos para darse ese lujo, el resto, la mayoría, tuvo que salir a las calles a buscar el pan sin medir riesgo alguno. En algún punto la prudencia se volvió paranoia y para quienes hicieron cuarentena no fue fácil volver a la vida en sociedad, necesitaban sentirse seguros, espacios que tuvieran una imagen responsable y la única empresa de lucha libre que tenía esa imagen era el CMLL. Con esto se afianzó aún más el vínculo entre dicha compañía y un sector de la sociedad económicamente atractivo -ojo, no hablo de"ricos"-.

El tercer escenario es el que une a todo lo anterior. La pandemia, forzó al CMLL a buscar nuevas formas de comercialización y la solución más inmediata fueron las transmisiones vía streaming -nuevamente el factor tecnología-. El resultado superó todas las expectativas y dejó muy atrás a los ingresos que PROMECOR obtenía durante las transmisiones gratuitas de YouTube. Nuevamente, ¿Qué sector era el que tenía la posibilidad de, en medio de una crisis sanitaria y económica, gastar dinero en diversión además de contar con un buen paquete de internet?

Una vez que se levantaron las restricciones sanitarias contra todo pronóstico continuaron las transmisiones vía streaming. Lo que en su momento pareció solo un plan emergente se quedó como un medio de difusión institucional simple y sencillamente porque resultó un modelo de negocios más atractivo. Eventualmente, el CMLL creó un sistema de suscripción para sus funciones de día martes y, nuevamente, contra todo pronóstico el mismo no solo continua hasta el día de hoy sino que ya se amplió a un modelo aún más costoso que incluye a las funciones del día viernes.

Evidentemente este sistema no está enfocado hacia las clases populares quienes al día de hoy solo cuentan con Televisa como la única opción real para ver al CMLL sin necesidad de contratar un servicio adicional. El sistema comprensiblemente está enfocado en la audiencia mexicana que ha estado sosteniendo al CMLL desde el 2020. 

Por supuesto que se escuchan varias quejas y soluciones que no son tal, por ejemplo, quienes piden que la suscripción incluya a las giras del CMLL en realidad están pidiendo que el costo de la misma aumente dado que para ello tendrían que adquirir los derechos de transmisión de NJPW y el resto de socios comerciales del CMLL, lo cual es EXTREMADAMENTE costoso y necesariamente se traduciría en un considerable aumento. A algunas quejas no les falta razón (venta individual de los PLE), pero lo cierto es que la mayoría de ellas no contemplan la enorme diferencia de suscriptores que hay entre la WWE, NJPW y el CMLL así como la diferencia económica que existe entre Estados Unidos, Japón y México.

¿El CMLL está estirando demasiado al atractivo público que, voluntaria e involuntariamente construyó? Solo el tiempo lo dirá pero es un hecho que dicha audiencia nada tiene que ver con "el México que madruga" y que es un mercado que se caracteriza por su alto nivel de consumo -en algunos casos, a costa de su ahorro personal-. Es obvio que en las familias mexicanas a las que les cuesta "llegar a fin de mes" cuesta concebir la idea de que hay personas que lo que ellos consumen en una semana ellos lo gastan en pagar cuentas de "only fans", hacerle donativos a sus "creadores de contenido" o tantas otras tonterías que se ven en los tiempos modernos.

La historia de la lucha libre y su afición ha sido de ires y venires, hoy día el ritmo lo marcan los aficionados con más poder adquisitivo, mañana tal vez volverán a hacerlo las clases populares. Ojalá pudieran coexistir pero es un hecho que desde la pandemia el sector más flojo en las arenas del CMLL, a excepción de Puebla, son las gradas, los lugares del pueblo. Sea lo que sea, dure lo que dure, en mi caso estoy contento de que "los fresas" estén de vuelta.

Ojalá que en la lucha libre en los tiempos de "los whitexicans" también se encuentre un espacio para las clases populares. Estoy seguro de que "rascándole" debe de haber una área de oportunidad para ellos.

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