domingo, 2 de mayo de 2021

El Nuevo Boom

A finales del 2009 predije que la segunda década del siglo XXI sería la primera de la historia en no tener un “boom”. Afirmarlo no era difícil si se tenía en cuenta factores tales como el impacto cultural que implicaba la irrupción de la WWE en nuestro país, la falta de relevo generacional en el CMLL, las sucesiones en AAA y el abandono de una generación de infantes que crecieron bajo un entorno hostil hacia los productos dirigidos hacia ellos. A lo anterior hubo que sumarle la constante interrupción del proyecto estelar del CMLL, el inicio del amateurismo en el sector independiente y el tóxico liderazgo de Konnan -Quien jamás ha logrado un boom debido a que su prioridad no es buscar talento que sea popular en nuestro país-.

Si bien es cierto que lo anterior impidió tener un “boom” durante este periodo de tiempo, no menos cierto es que redefinió la forma en la que entendemos a la lucha libre. Bajo este contexto ¿Cuáles son las perspectivas para la actual década? A pesar de que el contexto es similar al visto entre el 2008-2011, el diagnostico podría ser muy diferente.

 
El amateurismo en el sector independiente ya se consolidó y finalmente mutó en la informalidad -e incluso tiene vínculos con la delincuencia organizada-. En otro contexto lo anterior podría considerarse nocivo pero no en el nuestro. Así es, en México trabajar en la informalidad es una opción real para millones que ven en ella la posibilidad de generar ingresos pero sin tener que lidiar con impuestos y reglamentos. La pandemia prácticamente tiró a la basura dos años pero volvió muy atractivo al mercado informal. En efecto, mientras que los negocios legalmente establecidos -incluido la Arena México- tienen severas restricciones para operar, los informales no han tenido prácticamente ninguna y por lo mismo se han vuelto en una opción real para generar ingresos. De tal forma, tal y como ya se empieza a ver, varios organizadores de eventos se hacen llamar "empresarios" a pesar de no haberse constituido como tales, ni de cumplir con sus obligaciones laborales y fiscales. Sin duda, este será el “modelo de negocios” que prevalezca en los próximos años. Menos profesionalismo y peores condiciones laborales pero probablemente con una mayor oferta de empleo. Hacía allá vamos. 
 
Otro punto a tener en cuenta y que tampoco es desconocido por la sociedad mexicana es el de la inmigración. El mercado estadounidense llevó su fascinación por los voladores de Papantla al ring y actualmente paga muy bien por ver a luchadores que saben muy poco de lógica en un combate pero que saturan a sus rutinas de acrobacias de circo, contorsionismo y pasos de baile vueltos en “técnicas de combate”. Este estilo, sin duda, será el objetivo de jóvenes que cambiarán la técnica de nuestra lucha por un estilo mediante el cual aspiran a ser mejor remunerados en el gabacho. 
 
Hasta este punto tenemos dos rubros que pese a tener connotaciones negativas forman parte de nuestra realidad social desde hace décadas. Remesas y economía informal, son dos pilares de nuestra economía y seguramente lo serán de nuestra lucha libre en los próximos años.
 
El tercer y más importante de todos los elementos será el contexto social. Vivimos tiempos en donde si no puedes resolver los problemas lo mejor es cambiar la métrica para medirlos, o bien, magnificar asuntos sin relevancia para centrar las políticas públicas en ellos y así brindar una falsa sensación de eficacia. En efecto, así como la exclusión de la letra “o” se volvió política de Estado tenemos muchos otros ejemplos de cómo la redefinición de las prioridades y el cambio en la métrica cambian nuestra manera de percibir las cosas.
 
Por ejemplo, luego de que los avances tecnológicos provocaron un desplome de la venta de música en formato físico, lo único que se hizo fue cambiar la forma de medir cuales son las canciones más exitosas. Lo anterior sería algo completamente lógico de no ser porque dicho cambio también se utiliza para mentir y hablar de “la canción más reproducida de la historia” a pesar de que existe una imposibilidad manifiesta para saber cuántas veces fue reproducida una canción antes de la era digital. En el mismo orden de ideas se habla de “la película más taquillera de la historia” cuando, al momento de brindar dicho título, jamás se tiene en cuenta al factor inflación porque, ¿A quién le importa la verdad y la precisión cuando lo que se pretende es imponer una narrativa? No es un secreto que para beneficiar a los llamados “blockbusters” se ha impuesto una narrativa dirigida hacia los más jóvenes en donde se asocia al éxito de taquilla con la calidad de una película, o bien, si esta no cuenta con la aprobación de la mayoría de usuarios de una página de internet -Falacia Ad Populum-. Lo mismo sucede cuando se convence al público de que los aspectos técnicos y artísticos son irrelevantes porque estos ya no son suficientes para que una obra sea considerada como buena porque, de no contar con un elenco étnicamente diverso, puede ser tildada de ser “demasiado blanca” o de plano como propaganda facha. ¿Cuántas veces no nos han repetido que el buen cine no es solo aquel "que solo entienden los intelectuales" sino que también lo es un éxito de verano que “homenajea” a nuestra infancia con múltiples referencias a dicha etapa? En este factor está la clave para el boom de la actual década.

En el párrafo anterior di varios ejemplos de como solo cambiando la narrativa y la métrica se puede vender una falsa sensación de éxito, o bien, magnificar a los obtenidos de forma genuina.

¿Ya ocurrió algo así en la lucha libre? ¡Por supuesto! Muy a pesar de sus detractores lo cierto es que la WWE ya ganó la guerra cultural y logró que su visión del negocio sea universalmente aceptada por los aficionados. Guiones, personajes, uso del micrófono, formatos de lucha y periodicidad de sus grandes eventos son conceptos que incluso sus supuestos detractores consideran esenciales en la lucha libre. Cada vez es más común que cuando se habla de un buen luchador, se le dé más importancia a estos aspectos y prácticamente ninguno a su técnica en olímpica, grecorromana y catch. Es más, en nuestro país existe un odio irracional hacia nuestro estilo de lucha solo porque este no se ajusta al formato que les vendió la WWE. Irónico, los gringos se apropiaron de nuestro estilo pero pugnan por erradicarlo de tierras mexicanas.

El fenómeno anterior ya ha permeado tanto que, por ejemplo, los revisionistas que no tienen la menor idea del factor contexto suelen tildar de malos a luchadores del pasado solo porque no se ajustan al estereotipo actual de luchador. "Canek es malo porque no tenía buen mic". Vaya imbecilidad.

La narrativa ha cambiado tanto que lo que hoy día determina a un buen luchador son sus coreografías, sus pasos de baile vueltos inverosímiles técnicas de combate, sus acrobacias circenses, sus actos de equilibrismo en las cuerdas y su oportunismo para voltear a ver a la cámara correcta. Ya a nadie le importa que en un negocio llamado “lucha libre” sus exponentes no tengan ni puta idea de las técnicas de la misma.

Luego entonces, ¿Tendremos un boom en la presente década? Es altamente probable que sí. Ojo, si usted me ha puesto atención hasta este punto le será fácil advertir que el mismo no sería como los que tuvimos desde los años treinta y hasta el dos mil siete sino que sería uno acorde a una nueva narrativa y, más importante, una nueva y manipulada métrica.

Si no existe, invéntalo.

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