viernes, 7 de mayo de 2021

Tony Rivera: A 10 años de la extorsión.

Aún no estaban ni cerca de aparecer los primeros rayos del sol del día 17 de junio del 2011 cuando una serie de llamadas telefónicas hicieron de despertador y pusieron en estado de alarma al emporio Lutteroth: “Tomaron las instalaciones de la Arena México”. 

Directivos, seguridad y sindicato aún no terminaban de tener claridad con lo sucedido cuando vino un madruguete mediático que fue publicado en los entonces incipientes medios digitales: “La arena México se va a la huelga, varios luchadores del CMLL se encuentran afuera de las instalaciones”. El anuncio se hacía a horas de llevarse a cabo la función en donde La Máscara y Averno apostaban la incógnita. El albazo, orquestado desde el círculo de la prensa especializada, resultó ser una vulgar “fake news” pero sirvió para marcar la línea que siguió la cobertura del incidente y la forma en la que hasta hoy se le recuerda.

Tony Rivera, luchador de medio cartel, se confabuló con Crescencio Morales, un explotador de la miseria y dirigente vitalicio de "El Barzón", para EXTORSIONAR al CMLL a horas de llevar a cabo “El Juicio Final”. Para tal propósito se valieron de un grupo de golpeadores pagados que durante horas privaron de su libertad y de alimentación a varios trabajadores de la Arena México. Jamás se trató de huelga ni de una lucha social, sino uno más de los actos de intimidación que caracterizan a "El Barzon" y en donde a menudo incurren en la comisión de delitos.

Tras el desconcierto inicial rápidamente quedó establecido que ningún elemento coliseíno se encontraba entre los manifestantes, de hecho, tal afirmación siempre fue una mentira porque bastaba con hacer un recorrido alrededor de las instalaciones de la Arena México para darse cuenta de que entre los manifestantes no había un solo luchador colíseino, no obstante lo anterior, no solo la aclaración jamás llegó sino que además se agrego, “mediante trascendidos”, que varios luchadores habían comunicado su apoyo al movimiento pero que no se harían visibles por miedo a represalias. Quedaba claro que la prensa especializada de la época no estaba interesada en informar de forma veraz sobre el incidente sino que su prioridad era desestabilizar.
 
La descarada mentira sobre la presencia de coliseínos entre los manifestantes no fue la única que se dijo aquel día, porque el uso de la palabra “huelga” jamás debió de utilizarse para referirse al incidente porque no se trataba de una. En efecto, la huelga es un derecho laboral previsto en nuestra legislación y para su organización se requiere de cumplir con una serie de formalidades previstas en la Ley Federal del Trabajo. No era el caso. Rivera y Morales no tenían ninguna facultad para emplazar a huelga a Promociones México, Coliseo y Revolución.

La tercera gran mentira era el hecho de que Tony Rivera jamás fue despedido injustificadamente sino que él renunció al CMLL tal y como consta en diversas entrevistas de la época. Con dicha renuncia, Rivera perdió varios beneficios laborales, sin embargo, como la misma no se ratificó ante una autoridad laboral, la misma no fue obstáculo para que de forma extemporánea y confabulado con un abogado corrupto, inventara un despido injustificado. La defensa de Rivera inventó una fecha aleatoria de despido y le atribuyeron su despido a Francisco Alonso Lutteroth de quien decían que se encontraba en la entrada de la arena México y que al ver a Rivera le dijo: “Javier Espinoza, estás despedido, ya no te necesitamos”. Tal y como suele suceder con quienes apelan a la trampa, el juicio de Rivera no marchaba por buen camino ante las constantes pifias del leguleyo que designó como su apoderado.

Con el paso de las horas y ante el fracaso de su convocatoria -lo cual no fue consignado por los medios-, Rivera cambió de discurso y ahora afirmaba que el motivo de su manifestación era exigir seguridad social y mejores condiciones laborales para los luchadores como si el CMLL fuera una dependencia gubernamental o una sucursal de la cámara de diputados que tuviera la capacidad para resolver sobre el particular. Mientras tanto, varios empleados continuaban privados de la libertad y aquellos que intentaban ingresar a su centro laboral para proporcionarle alimentos a los secuestrados, eran agredidos por los golpeadores de Morales.

¿Quién era el mentado Crescencio Morales? Se trataba del dirigente de la organización “El Barzón” misma que es conocida por apropiarse de predios mediante la ley del garrote, reventar legítimos movimientos obreros y funcionar como una suerte de feudos en las colonias que ocupan. El hombre a quién la prensa especializada nos retrató como un ejemplar líder obrero era en realidad un repugnante mafioso sobre el que ya desde aquellos años pesaban varias denuncias por la comisión de diversos delitos. A estos extremos se llega cuando, cegados por el odio, se ponen de parte de cualquiera que enfrente a sus enemigos.

La presencia de Morales eventualmente complicó las cosas porque, además de que es el tipo de personaje que tiene vínculos con los políticos porque les sirven para movilizar a la gente en tiempos electorales (actualmente apoyan a MORENA), aprovechó la mediación de las autoridades locales para poner sobre la mesa diversas peticiones que nada  tenían que ver con la lucha libre pero que en ese momento ya eran prioritarias para acceder a liberar a las instalaciones de la Arena México. Así es, cuando el CMLL lanzó su primer comunicado garantizando la celebración de “El Juicio Final” era porque el problema con Rivera ya estaba resuelto no así las peticiones de Morales ya que estás no estaban dirigidas hacia el CMLL sino al gobierno local (PRD) en lo que no era más que otro episodio del surrealismo de nuestro país en donde, en vez de aplicar la ley ante la flagrante comisión de varios delitos, se opta por negociar con los delincuentes.

Al final del día las cosas salieron bien para el CMLL pues, a pesar de la extorsión de la cual fueron víctimas ante una cobertura poco ética por parte de los medios, pudieron celebrar la lucha de apuestas entre La Máscara y Averno (de quien los divulgadores de “fake news” inclso llegaron a afirmar que no se presentaría). El anterior fue uno de los episodios más vergonzosos de los que se tenga memoria pues, con tal de sabotear al CMLL, se le pretendió dar a Tony Rivera el gradó de prócer de los derechos laborales cuando en realidad actuó como un vulgar extorsionador e incluso debió de pisar la cárcel.

Queda el hecho como un ejemplo de lo que no se debe de hacer desde los medios porque, desde el primer minuto, era evidente que Rivera y Morales no tenían la razón y que su actuar fue ilegal. Un poco de rigor periodistico hubiera sido suficiente para darle a la noticia el matiz que siempre debió de tener: El de una vulgar extorsión. 

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