lunes, 26 de abril de 2021

Rudeza Innecesaria

La polarización de la sociedad es un fenómeno visto en varios países del orbe en donde tal parece que hay un ánimo por acentuar nuestras diferencias y poca disposición para poner énfasis en lo que nos une. El tono de piel, la posición social, el origen étnico, nuestra ideología política, nuestra postura ante la fe y hasta nuestra generación son utilizados para, a partir de problemas reales, plantear soluciones demagógicas y fomentar el radicalismo entre los ciudadanos -generalmente capitalizado por políticos-. 

Por supuesto que la lucha libre no puede sustraerse a este fenómeno y esa es la razón por la cuál desde hace aproximadamente un lustro ha ido creciendo un sentimiento negativo en contra de los miembros de la clase media que acuden a las arenas -particularmente a la Arena México-. 

Este sentimiento, sin duda, es una expresión de los tiempos en que vivimos, sin embargo, el mismo no solo es discriminatoria -con perdón de los adoctrinados que niegan a la misma cuando quien la padece es de una condición “privilegiada”- sino que, en cuestión de su papel en la lucha libre, es históricamente imprecisa. 
 
 
En efecto, la presencia de la clase media en las arenas no es una cuestión de moda porque esta ha estado vinculada a la lucha libre mexicana prácticamente desde su fundación y en no pocos momentos ha sido una aliada clave de la misma. De bote pronto se puede mencionar que en los tiempos en los que la lucha libre se presentaba en foros como el teatro Esperanza Iris su audiencia no era precisamente popular, al contrario. 
 
En tiempos en donde los televisores eran un artículo de lujo, ¿Cuál creen que fue el grupo social que hizo de las luchas de la EMLL y Televicentro un éxito?, ¿Cómo se financió y quién fue el mercado del llamado “cine de luchadores”? ¿Sin la clase media hubiera sido posible haber conservado el material audiovisual que se grabó en costosas videocaseteras durante los días en que las luchas eran transmitidas por televisión restringida -antena parabólica- a través de la llamada “Súper Cadena Galavisión”?, ¿Entre los suscriptores de Sky que hicieron un éxito del PPV entre Atlantis y el Villano III acaso no había un alto número de clasemedieros?, ¿La audiencia que hoy día exige mercancía que va desde costosas playeras, videojuegos, juguetes coleccionables y eventos transmitidos en plataformas de servicios streaming que requieren de una muy buena conexión a internet pensará que el pago de todos estos servicios está al alcance de la familia mexicana de bajos recursos?
 
Dejémonos de estupideces. La clase media estuvo presente desde el principio y es tan importante para la industria como lo es la clase popular. El conocimiento y pasión hacia este espectáculo nada tiene que ver con tu clase social. Ni es más aficionado aquel que gasta todos sus ahorros mensuales para poder pagarse un boleto en gradas ni el otro que compra una máscara de veinte mil pesos.
 
En el mismo orden de ideas, es completamente absurdo desdeñar a los extranjeros que visitan a la arena México y tildarlos de “turistas” y por otra parte poner en un pedestal a “influencers” gabachos que saben exactamente lo mismo, o menos, que los extranjeros que visitan a la arena México y cuyo único pecado es disfrutar de la fórmula coliseína. Simplemente, hay turistas presenciales y otros a distancia con demasiado tiempo libre.

Muy a pesar de los verdaderos divulgadores de discursos de odio, la lucha libre requiere de la clase media y más aún, de los aficionados eventuales de los que tanto reniegan. Así es, las masas son deseables y necesarias pero también se requiere de un sector con mayor poder adquisitivo que pueda hacer rentable las inversiones que requieren los magnos eventos. En cuestión de audiencias, ninguna es desechable.
 
Déjense de mamadas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.